viernes, 14 de noviembre de 2008

FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA RAZONALISTA
“Nuestra vida es una rendija de luz entre dos eternidades de tinieblas”
Preámbulo: El razonalismo, al igual que cualquier otra corriente filosófica persigue un fin y este no es otro que conformar un soporte al nuevo análisis que surge de la observación atenta de las nuevas y siempre cambiantes circunstancias del hombre y de su entorno intemporal. Los fines últimos de este análisis, también afectos a la simple interpretación de los hechos, no escapan ni esconden una intención universalizadora del conocimiento aplicado, basado en la experiencia individual y colectiva, y dirigidos a la mejora de nuestra condición como ser pensante. Esta ambición, impermanente como nuestra propia existencia, será también superada en tiempos venideros por nuevos enfoques aún indeterminados. El deseable, y siempre momentáneo avance científico, está siendo una vez más en este preciso momento de la Historia, protagonista y generador a través de nuevas disciplinas, como por ejemplo la bioética, la robótica, o la física cuántica, de la permanente brecha existencial, y por ello es necesario su abordaje desde nuevos puntos de vista globales. Este punto es sustancial ya que el razonalismo no se detiene en el juicio del pasado, sino en su observación para concluir nuevas visiones temporales adecuadas al nuevo siglo. La Historia, en todos sus ámbitos, es fundamental para construir el nuevo edificio razonalista con nuevos materiales de aportación, extraídos del reciclaje de los viejos dogmas. Principios: Sus fuentes por tanto, emanan del estudio sin apriorismos de cualquier doctrina humana anterior, tamizadas por el filtro temporal de su resultado enunciativo o aplicado, en la experiencia individual y colectiva. No será por tanto extraño encontrar referencias explícitas a principios filosóficos ya existentes, desde la tradición clásica helenística, hasta la oriental, pasando por la corrientes humanísticas, positivistas, constructivistas, relativistas, racionalistas, y hasta existencialistas. Los principios filosóficos clásicos constituyen un patrimonio heterogéneo de inestimable utilidad que han de distinguirse mediante una selección adecuada. Una recapitulación general y hekatonquírica, de nuestro pensamiento colectivo, que aunque pueda parecer contradictoria, nos sorprenderá por lo innovador de su resultado. Con estos argumentos desarrollaremos un opúsculo filosófico que se desgranará paulatinamente, abordando inicialmente los campos siguientes: ■ Razonalismo y existencia: Principio y enunciado de la Ecuación Universal ■ Interpretación razonalista de la nueva Ciencia. ■ Ética razonalista ■ Perspectiva razonalista de la religión. ■ Razonalismo y espíritu rector. La formulación y enunciado de ésta doctrina se hará, como no podía ser de otra manera, a través de Internet, la nueva imprenta difusora de nuestra era.
El resultado de su potencial éxito, será únicamente juzgado a través del filtro del tiempo.
PRIMER MANIFIESTO RAZONALISTA: El Arte de la Conciencia, una reivindicación de la nausea “La conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe” –Jean Paul Sartre.
El benéfico laboratorio que patentó el principio activo del hidrocloruro de metaclopramida ha sido, seguramente sin ninguna otra intención más que la hipocrática, el perfeccionador de una ancestral doctrina que se ha intrincado, una vez más, en las neuronas del arte y del pensamiento español. La neutralización de la nausea en la conciencia artística, se ha intentado de forma sistemática desde hace siglos, y aunque más o menos disimuladamente, siempre ha figurado en las corruptas intenciones primordiales del heterogéneo mundo de los que han intentado controlarla, auto justificada en su atribuido papel como infalibles regidores de nuestros destinos. Estos dos mundos, el de la creación artística, y el de la creación e implantación de principios ideológicos de convivencia, siempre han mantenido una rivalidad basada en una feroz desconfianza mutua. Esta desconfianza ha sido el motor de nuestra evolución cultural desde que aquel hombre vomitó el primer toro en Altamira. La consecuente recriminación, por su incomprensible conducta manchando paredes, provocó una brecha espiritual que conformó la base de su conciencia creativa y se constituyó al mismo tiempo en su intransferible fuerza motora. Todo el que pretenda dedicar su vida a la creación intelectual y se mantenga alejado de esta desconfianza estará necesariamente muerto. La ecuación de coexistencia entre ambos mundos, el rector y el educativo, probablemente necesaria como concluyó Plutarco en sus pedagógicas “Vidas paralelas”, no implica la homogeneidad ética de sus factores, y por ello tampoco de su comportamiento. Sus fines y sus principios, sin entrar en consideraciones morales, son simplemente diferentes. La mayor diferencia entre ambos se basa precisamente en la característica interpretativa de la conciencia colectiva de sus respectivos universos. El mundo rector la va reinventando en una catarsis permanente y a veces contrapuesta, con el fin de mantener el control, bajo los nuevos dogmas que alimentan las cambiantes circunstancias, mientras el educativo mantiene su esencia transformadora original con diferentes formas expresivas, que condicionadas por la ausencia de cualquier fin legítimo ajeno a la satisfacción personal del creador, representan su única esperanza de supervivencia e independencia. El conjunto de acciones históricas de la primera carece de toda ética en su conjunto, la segunda, ha mantenido su espíritu primigenio a través de los siglos, aún a pesar de la actitud reprochable de algunos de los que han intentado formar parte de ella. El vómito creativo necesita por tanto de esta completa independencia para mantener su divina condición natural, que sólo el tiempo avala, ajena al control del mundo rector. En España, de una forma sutil a veces, y brutal otras, cada ideología emanada del mundo rector ha intentado conseguir un argumento extra para mantener este control. Unas con ignorancia y desprecio, y otras con fingida comprensión y subvención corrompida. Este pulso continuado en nuestra sociedad ha sufrido diferentes estadíos y ,una vez más, en estos tiempos nos están tumbando la mano. El objetivo siempre intenta ser el mismo, la neutralización de la nausea. Nuestro panorama actual se presenta desolador: Lo que nos ha quedado son exiliados, cadáveres, o espíritus infectados por la sífilis del pensamiento único y la apropiación de la manifestación de la conciencia, en beneficio de la ideología del ente rector. Este proceso ha de ser neutralizado de inmediato, existe mucho talento aún por descubrir, y la conciencia del arte debe impedir que privemos a las futuras generaciones de su enseñanza. Alberguemos por tanto una esperanza. La crisis actual de España será el germen de una nueva raza de artistas que pongan en duda los principios dogmáticos de cualquier ideología creada por el principio rector. Debemos hacer una renuncia expresa a la maléfica subvención, que únicamente corrompe la conciencia atávica, reduciendo su creación a un prosaico vómito ideológico alejado del fin último del arte. Rescatemos la duda como principio creador y mantengamos nuestro nivel de conciencia alejada del sistema rector. Despertemos del letargo. Sus fines son necesariamente opuestos a los nuestros, como poco se lo debemos a la conciencia de todos nuestros maestros en el pasado, el presente, y el futuro. Aquí, y ahora, un nuevo movimiento de pensamiento universal está naciendo de acuerdo a las nuevas circunstancias de la Humanidad. Nuestra nueva filosofía se nutre del conocimiento reflexivo y profundo de la evolución histórica de las civilizaciones que conforman la Humanidad, de los nuevos retos filosóficos generados a partir de los últimos avances científicos y de las consecuencias futuras que derivan de su implantación. De una seria y global interpretación de la historia en su contexto, que posibilite la democratización universal del conocimiento que hemos adquirido y el respeto analítico de todos los acontecimientos que la componen. Abandonemos los viejos dogmas ahora que conocemos sus resultados, la ciencia y la técnica nos han dado una nueva perspectiva de la que debemos aprender para evitar errores futuros. Nuestra conciencia nos obliga. Así que, en memoria de aquel hombre primitivo, creadores de cualquier ámbito de expresión colectiva de nuestra conciencia individual, incluyendo artistas cupulares y catedralicios que deambuláis por el filo del sable, levantad vuestras armas de creación antes de que sea tarde, y vuestro espíritu arda en la llama eterna del olvido y del desprecio. Alejémonos del intento corruptor de nuestra conciencia sin temor. Estamos asistiendo en estos albores del siglo XXI al nacimiento de un nuevo sistema de pensamiento: El razonalismo. Nuestro hombre primitivo nos lo agradecerá, y así rendiremos homenaje perpetuo al espíritu de todos los que antaño nos proporcionaron, a veces con una penosa existencia, el regalo de una conciencia artística que nos permita continuar vomitando en libertad. Artistas de España, poetas, pintores, escritores, escultores, músicos, pensadores, salid de la cueva y contemplad el resplandor del Universo. ¡Viva el Razonalismo! 10 de Noviembre de 2008