jueves, 11 de diciembre de 2008

TETRIS RAZONAL
“El fanatismo consiste en redoblar el esfuerzo cuando has olvidado el fin” – George Santayana Escucho a una inteligente periodista de la agencia Gramma, disertar sobre su visión del futuro de Europa a corto plazo. Su visión, se acaba convirtiendo en un aserto sobre el intimo deseo de su idearium; una ansiada proyección, que convierte al viejo continente en un escenario de potenciales revueltas y conflictos armados. No obstante, el punto de vista no deja de ser digno de consideración, y en el pueril pero a veces dramático juego del estadismo humano, es siempre interesante observar nuestro reflejo desde distintos ángulos del espejo. Su predicción contiene, como digo, pautas catastróficas pero verosímiles, abonadas por un escenario de infelicidad contagiosa, envuelta por el frío manto de la crisis que se ha instalado en las antenas de comunicación, de todo el Continente. Desde su doctrina de pensamiento único, es evidente que cualquier resquicio en la política de bloques, siempre será un triunfo objetivo en su encubierta ansía imperialista. Asuntos tan poco triviales como la presión migratoria, y el nivel de desempleo, son suficientes para considerar su tesis, basada en un futuro, si bien no dramático, sí al menos preocupante. En estos periodos de inestabilidad, es cierto que suelen confluir agentes que pueden actuar, como mecha propiciatoria para giros inesperados en el rumbo de cualquier sociedad organizada. Y así, toda una retahíla de augurios, que se compendian en la fina estampa de una Europa débil, quebradiza, y desnortada, tras el difuminado permanente de la olvidada política de bloques, e incapaz de sacar partido a sus fortalezas. Así somos vistos por los que defienden la multilateralidad como único futuro posible. La meditación sobre las palabras anteriores, nos concluye en una serie de propuestas de reflexión razonalista, y por tanto de insólita implementación filosófica: Es cierto que la política de bloques del pasado siglo XX, se encuentra un tanto desdibujada desde la caída del muro de Berlín, situación simultaneada con el reciente envite al retorno de la vieja lucha entre civilizaciones, caracterizada por el incansable pulso humano por detentar la teoría verdadera de los designios divinos. Este último extremo, convertido en incierta expectativa tras las elecciones imperiales (permítase el adjetivo por su asombrosa repercusión mediática), nos deja a merced de la reconsideración urgente del verdadero significado para Europa, del histórico derrumbe de la barrera euroasiática, aún no somatizado, y aún menos bien ponderado, por el imprinting colectivo de los que la conforman. Basten a modo de ejemplo las reservas y críticas de la Unión Europea, a los acercamientos financieros del gran vecino ruso, traducidas en perdida de posibilidades de futuro. En este preciso momento, en el que por causa de la crisis, los gobiernos europeos tiemblan ante sus perspectivas de viabilidad respectiva, el miedo ha terminado por degenerar en un comportamiento, melancólico y egoísta, marcado por un fenómeno de multilateralidad interna, auto-provocada. Sería del todo lógico, y probablemente conveniente, que los europeos volcaran su mirada hacia el bosque de inmediato, materializando un giro de timón , que propicie la urgente refundación de un sólido bloque geopolítico. Este proceso, a realizar de facto y de iure sobre la actual base de unión económica, podría ser indispensable para mantener ciertas posibilidades ante los tiempos que algunos vaticinan. Y por supuesto, contando con Rusia como poderoso y conveniente socio, a todos los efectos. Es todavía chocante el fenómeno sociológico, a pesar del escaso lapso de tiempo transcurrido, del olvido consentido que supuso la gesta de millones de rusos y norteamericanos, entregando su vida para desalojar al nazismo de la vetusta tierra europea. Por un curioso efecto, este olvido se ha tornado además en recelo ideológico desde cualquier polo, siempre dispuesto a denostar continuamente a nuestros esforzados libertadores. Puntualizo que hablamos de hombres, y no se sistemas. La inercia de nuestra raíz feudal es demasiado fuerte, y esto revela además, que nuestro engranaje no tiene excesivas ganas reales de exportar su doctrina, en un preocupante ejercicio demostrativo de falta de fe en el proyecto europeo, que los políticos responsables han hecho patente a sus gobernados. Si no se remedia, volveremos automáticamente a tiempos pasados, en un precioso desperdicio temporal. Un nuevo e inútil bucle del destino pendular, alejado de la valiosa enseñanza newtoniana, enunciativa de la fortaleza obtenida mediante la unión de fuerzas. Para Castro, aconsejarle de comandante a comandante, que en su última voluntad incluya como única cláusula, la abolición de sus fuerzas armadas, civiles y militares, promulgando la destrucción inmediata de cualquier arma de fuego, en la Isla y sus Cayos adyacentes. Solo con este gesto, podría quizá justificar ante la historia su proclamada y dudosa coherencia, en la búsqueda de la libertad para el bravo y sufrido pueblo cubano. Gallego, hay que dar ejemplo hasta de lo que no se es. Las opciones de futuro, parecen reducirse en esencia, a intentar destruirnos en pequeñas parcelas, o en grandes bloques. La primera es más divertida, y la segunda más arriesgada, pero compatible con una refundación rápida del fracasado y original proyecto de las Naciones Unidas. Aparte de sus virtudes, ambas comparten el mismo defecto: una garantizada crueldad en algún momento de su ejecución. Siempre será más fácil unir a dos que a diecisiete; mientras no te caigan muchas zetas. Así funciona el recuerdo humano, tras una trepidante y permanente partida razonalista, bajo un previsible chaparrón de bloques.

viernes, 14 de noviembre de 2008

FUNDAMENTOS DE LA DOCTRINA RAZONALISTA
“Nuestra vida es una rendija de luz entre dos eternidades de tinieblas”
Preámbulo: El razonalismo, al igual que cualquier otra corriente filosófica persigue un fin y este no es otro que conformar un soporte al nuevo análisis que surge de la observación atenta de las nuevas y siempre cambiantes circunstancias del hombre y de su entorno intemporal. Los fines últimos de este análisis, también afectos a la simple interpretación de los hechos, no escapan ni esconden una intención universalizadora del conocimiento aplicado, basado en la experiencia individual y colectiva, y dirigidos a la mejora de nuestra condición como ser pensante. Esta ambición, impermanente como nuestra propia existencia, será también superada en tiempos venideros por nuevos enfoques aún indeterminados. El deseable, y siempre momentáneo avance científico, está siendo una vez más en este preciso momento de la Historia, protagonista y generador a través de nuevas disciplinas, como por ejemplo la bioética, la robótica, o la física cuántica, de la permanente brecha existencial, y por ello es necesario su abordaje desde nuevos puntos de vista globales. Este punto es sustancial ya que el razonalismo no se detiene en el juicio del pasado, sino en su observación para concluir nuevas visiones temporales adecuadas al nuevo siglo. La Historia, en todos sus ámbitos, es fundamental para construir el nuevo edificio razonalista con nuevos materiales de aportación, extraídos del reciclaje de los viejos dogmas. Principios: Sus fuentes por tanto, emanan del estudio sin apriorismos de cualquier doctrina humana anterior, tamizadas por el filtro temporal de su resultado enunciativo o aplicado, en la experiencia individual y colectiva. No será por tanto extraño encontrar referencias explícitas a principios filosóficos ya existentes, desde la tradición clásica helenística, hasta la oriental, pasando por la corrientes humanísticas, positivistas, constructivistas, relativistas, racionalistas, y hasta existencialistas. Los principios filosóficos clásicos constituyen un patrimonio heterogéneo de inestimable utilidad que han de distinguirse mediante una selección adecuada. Una recapitulación general y hekatonquírica, de nuestro pensamiento colectivo, que aunque pueda parecer contradictoria, nos sorprenderá por lo innovador de su resultado. Con estos argumentos desarrollaremos un opúsculo filosófico que se desgranará paulatinamente, abordando inicialmente los campos siguientes: ■ Razonalismo y existencia: Principio y enunciado de la Ecuación Universal ■ Interpretación razonalista de la nueva Ciencia. ■ Ética razonalista ■ Perspectiva razonalista de la religión. ■ Razonalismo y espíritu rector. La formulación y enunciado de ésta doctrina se hará, como no podía ser de otra manera, a través de Internet, la nueva imprenta difusora de nuestra era.
El resultado de su potencial éxito, será únicamente juzgado a través del filtro del tiempo.
PRIMER MANIFIESTO RAZONALISTA: El Arte de la Conciencia, una reivindicación de la nausea “La conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe” –Jean Paul Sartre.
El benéfico laboratorio que patentó el principio activo del hidrocloruro de metaclopramida ha sido, seguramente sin ninguna otra intención más que la hipocrática, el perfeccionador de una ancestral doctrina que se ha intrincado, una vez más, en las neuronas del arte y del pensamiento español. La neutralización de la nausea en la conciencia artística, se ha intentado de forma sistemática desde hace siglos, y aunque más o menos disimuladamente, siempre ha figurado en las corruptas intenciones primordiales del heterogéneo mundo de los que han intentado controlarla, auto justificada en su atribuido papel como infalibles regidores de nuestros destinos. Estos dos mundos, el de la creación artística, y el de la creación e implantación de principios ideológicos de convivencia, siempre han mantenido una rivalidad basada en una feroz desconfianza mutua. Esta desconfianza ha sido el motor de nuestra evolución cultural desde que aquel hombre vomitó el primer toro en Altamira. La consecuente recriminación, por su incomprensible conducta manchando paredes, provocó una brecha espiritual que conformó la base de su conciencia creativa y se constituyó al mismo tiempo en su intransferible fuerza motora. Todo el que pretenda dedicar su vida a la creación intelectual y se mantenga alejado de esta desconfianza estará necesariamente muerto. La ecuación de coexistencia entre ambos mundos, el rector y el educativo, probablemente necesaria como concluyó Plutarco en sus pedagógicas “Vidas paralelas”, no implica la homogeneidad ética de sus factores, y por ello tampoco de su comportamiento. Sus fines y sus principios, sin entrar en consideraciones morales, son simplemente diferentes. La mayor diferencia entre ambos se basa precisamente en la característica interpretativa de la conciencia colectiva de sus respectivos universos. El mundo rector la va reinventando en una catarsis permanente y a veces contrapuesta, con el fin de mantener el control, bajo los nuevos dogmas que alimentan las cambiantes circunstancias, mientras el educativo mantiene su esencia transformadora original con diferentes formas expresivas, que condicionadas por la ausencia de cualquier fin legítimo ajeno a la satisfacción personal del creador, representan su única esperanza de supervivencia e independencia. El conjunto de acciones históricas de la primera carece de toda ética en su conjunto, la segunda, ha mantenido su espíritu primigenio a través de los siglos, aún a pesar de la actitud reprochable de algunos de los que han intentado formar parte de ella. El vómito creativo necesita por tanto de esta completa independencia para mantener su divina condición natural, que sólo el tiempo avala, ajena al control del mundo rector. En España, de una forma sutil a veces, y brutal otras, cada ideología emanada del mundo rector ha intentado conseguir un argumento extra para mantener este control. Unas con ignorancia y desprecio, y otras con fingida comprensión y subvención corrompida. Este pulso continuado en nuestra sociedad ha sufrido diferentes estadíos y ,una vez más, en estos tiempos nos están tumbando la mano. El objetivo siempre intenta ser el mismo, la neutralización de la nausea. Nuestro panorama actual se presenta desolador: Lo que nos ha quedado son exiliados, cadáveres, o espíritus infectados por la sífilis del pensamiento único y la apropiación de la manifestación de la conciencia, en beneficio de la ideología del ente rector. Este proceso ha de ser neutralizado de inmediato, existe mucho talento aún por descubrir, y la conciencia del arte debe impedir que privemos a las futuras generaciones de su enseñanza. Alberguemos por tanto una esperanza. La crisis actual de España será el germen de una nueva raza de artistas que pongan en duda los principios dogmáticos de cualquier ideología creada por el principio rector. Debemos hacer una renuncia expresa a la maléfica subvención, que únicamente corrompe la conciencia atávica, reduciendo su creación a un prosaico vómito ideológico alejado del fin último del arte. Rescatemos la duda como principio creador y mantengamos nuestro nivel de conciencia alejada del sistema rector. Despertemos del letargo. Sus fines son necesariamente opuestos a los nuestros, como poco se lo debemos a la conciencia de todos nuestros maestros en el pasado, el presente, y el futuro. Aquí, y ahora, un nuevo movimiento de pensamiento universal está naciendo de acuerdo a las nuevas circunstancias de la Humanidad. Nuestra nueva filosofía se nutre del conocimiento reflexivo y profundo de la evolución histórica de las civilizaciones que conforman la Humanidad, de los nuevos retos filosóficos generados a partir de los últimos avances científicos y de las consecuencias futuras que derivan de su implantación. De una seria y global interpretación de la historia en su contexto, que posibilite la democratización universal del conocimiento que hemos adquirido y el respeto analítico de todos los acontecimientos que la componen. Abandonemos los viejos dogmas ahora que conocemos sus resultados, la ciencia y la técnica nos han dado una nueva perspectiva de la que debemos aprender para evitar errores futuros. Nuestra conciencia nos obliga. Así que, en memoria de aquel hombre primitivo, creadores de cualquier ámbito de expresión colectiva de nuestra conciencia individual, incluyendo artistas cupulares y catedralicios que deambuláis por el filo del sable, levantad vuestras armas de creación antes de que sea tarde, y vuestro espíritu arda en la llama eterna del olvido y del desprecio. Alejémonos del intento corruptor de nuestra conciencia sin temor. Estamos asistiendo en estos albores del siglo XXI al nacimiento de un nuevo sistema de pensamiento: El razonalismo. Nuestro hombre primitivo nos lo agradecerá, y así rendiremos homenaje perpetuo al espíritu de todos los que antaño nos proporcionaron, a veces con una penosa existencia, el regalo de una conciencia artística que nos permita continuar vomitando en libertad. Artistas de España, poetas, pintores, escritores, escultores, músicos, pensadores, salid de la cueva y contemplad el resplandor del Universo. ¡Viva el Razonalismo! 10 de Noviembre de 2008